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Julieta:la memoria viva en escena

Gabriela Muñoz Chula the Clown estrena una joya escénica en el Teatro Milán





Texto y fotos Carlos Mora


La noche del estreno de Julieta en el Teatro Milán fue un acontecimiento que dejó una huella profunda en quienes lo presenciaron. No solo por el regreso de Gabriela Muñoz —más conocida como Chula the Clown— a los escenarios mexicanos, sino por el calibre emocional de una obra que, sin pronunciar una palabra, logra hablarle al alma.

 Desde el primer instante, Julieta captura con un lenguaje escénico no verbal cargado de simbolismo, la obra nos introduce al universo íntimo de una mujer mayor que habita una casa rebosante de recuerdos, objetos y presencias invisibles. La interpretación de Muñoz es delicada, precisa, luminosa. En cada gesto, una emoción; en cada silencio, una historia. La obra nos invita a mirar la vejez no como un final, sino como una etapa llena de matices, humor, amor propio y memoria.

 “Me inspiré en la vida de mi tía abuela, fue una mujer vanguardista, que vivió con fortaleza y humor la vida que quiso vivir. No lo tuvo fácil, pero dejó una huella enorme en mí”. En ese testimonio íntimo se entrelazan otras muchas mujeres: libres, coquetas, sabias, que vivieron fuera del molde. “Estoy rodeada de ejemplos así, mujeres que combinan fortaleza con suavidad y calor humano. Julieta es también una ofrenda para ellas”, compartió Gabriela.

“Sentía la necesidad de hablar de la tercera edad, de devolverle visibilidad a esa etapa de la vida. Todo está enfocado en la juventud y el presente inmediato, y me pregunté: ¿qué pasa con quienes han vivido tanto?”

La obra es, en ese sentido, un altar escénico a la memoria. Un espacio donde lo ausente se hace presencia. Gabriela no lo dice con palabras, pero lo expresa con el cuerpo: Julieta es también un reencuentro con su padre fallecido. “Durante una hora, siento que puedo verlo. Me he construido un portal para encontrarnos”.

 Gabriela no busca que su personaje sea una caricatura. “No quiero que Chula o Julieta se conviertan en algo plano o superficial. Hay muchas capas de humanidad que sigo descubriendo. Quiero aprender a envejecer con ellas. A adaptarme. A expresarme desde otro lugar”.  La reacción del público ha sido conmovedora, no solo en México, sino en otros países. “Ha habido chicas que se han escrito en el brazo cosas como ‘llamarle a mi abuela’. En Montreal, alguien me esperó al final solo para decirme que su papá llevaba meses en un centro de retiro y que tras ver la obra, salió volando a llamarlo. Ese tipo de cosas me parten el corazón. Si el teatro puede hacer eso, entonces ya todo tiene sentido”.

 Uno de los pilares emocionales de Julieta es su música. La partitura sonora, desarrollada en colaboración con Natalia Lafourcade, logra tejer un entramado de nostalgia y belleza. “Cuando pensé en quién podía traducir musicalmente mis recuerdos de México, supe que era Natalia. Fue un proceso a distancia, muy enriquecedor. Y logramos algo que no solo acompaña a la obra, sino que la habita, Julieta no necesita diálogos para llegar al corazón".






Funciones


Teatro Milán Hasta el 

15 de julio

Lunes, martes y miércoles 20:45 h





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