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FICG40: 15 historias Latinoamericanas buscan luz verde en Guadalajara



La industria cinematográfica iberoamericana tiene una cita imperdible del 9 al 11 de junio de 2025, cuando el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) celebre la edición 21 de su Encuentro de Coproducción. Este espacio, uno de los pilares más sólidos del FICG, se ha convertido en una auténtica incubadora de películas que transforman las historias latinoamericanas en cine de alto calibre. En su edición 40, el festival presenta una selección vibrante y diversa de 15 proyectos que van del documental íntimo a la ficción política, del coming-of-age queer al realismo mágico más potente.


Entre la rima y el cuadrilátero


Desde Chile, Carácter de Alfonso Gazitúa Gaete mezcla freestyle y ansiedad, en la historia de Marina, una joven que encuentra su voz —literal y metafóricamente— con la ayuda de un músico. En el otro extremo del continente, Diamante, o Bailarina (Brasil), dirigido por Pedro Jorge Cabron, presenta a Emilio, una drag queen que encuentra inesperadamente un nuevo talento en el boxeo, enfrentándose a los prejuicios de su propio padre. El box también es protagonista en Invicta (Cuba), documental de Inti Herrera que explora la historia de Namibia, una mujer que nunca pudo representar a su país en el ring… por el simple hecho de ser mujer.


Memoria, política y transgresión


La historia reciente del continente resuena con fuerza. Primero tomamos Anillaco, coproducción entre Argentina, Chile y Brasil dirigida por Paula Martel, imagina un alocado magnicidio juvenil como respuesta al hartazgo político. Por su parte, Rebelión de la memoria (Perú, Suiza, Francia) de Joël Jent, propone una reflexión profunda y familiar sobre la guerra civil peruana. Y en clave de ficción histórica, El Extranjero (Argentina, España) nos sitúa en el Mundial de 1978, donde un periodista español se convierte en aliado de una joven perseguida por la dictadura militar.


Reinos, vírgenes y fantasmas


El cine también se permite los desvíos mágicos. Desde Ecuador, La favorita de Dios de Diego Ulloa imagina a una adolescente que, tras el anuncio del divorcio de sus padres, asegura que la Virgen María le habla. Y en México, Evolet de Ian Martin Castillón se adentra en Eldoria, un reino fantástico donde la protagonista debe pagar un alto precio por cada deseo concedido.


Cuerpos que disienten y comunidades que resisten


Los cuerpos disidentes y las voces silenciadas también toman protagonismo. Brujas de la Isla (República Dominicana), de Crisfel Jiménez Contreras, documenta el linchamiento simbólico (y a veces literal) de mujeres acusadas de brujería. El amor en los tiempos de Bacanería, también desde Dominicana, sigue a una adolescente que busca amor en los barrios calientes de Santo Domingo, en una ruta accidentada hacia el amor propio.


Guadalajara, hogar y catarsis


Desde su propia trinchera mexicana, el FICG acoge proyectos nacionales que exploran el duelo, el misterio y la herencia emocional. Casilda, de Urzula Barba Hopfner, regresa a Guadalajara en tono de tragedia familiar: una ex pianista adicta que enfrenta los demonios de su hogar. La Centella, por su parte, es un documental que mira al cielo en busca de respuestas inexplicables y visiones compartidas por quienes han presenciado los fenómenos más extraños en los cielos mexicanos.


Cine hecho desde la entraña


Cada proyecto seleccionado en este Encuentro de Coproducción tiene una carga vital, política o emocional que lo hace urgente. Juliette & Camille (España), dirigido por Paloma Zapata, trasciende la música para narrar el viaje de autoconocimiento de dos mujeres racializadas. Y en Chile, La flecha de Cupido propone una ficción queer ambientada en 1973, donde el rodaje de una película se convierte en espejo de los afectos más ocultos.


Proyectos como estos no solo buscan fondos o aliados estratégicos; buscan resonancia, buscan pantalla, buscan futuro.


El Encuentro de Coproducción del FICG es el puente donde estos relatos pueden cruzar hacia el cine real. Y si algo nos deja claro esta 21ª edición, es que el cine iberoamericano no ha dejado de latir, de pelear, de imaginar.


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