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Memoria, música y resistencia en el Día Mundial del Sida


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La Ciudad de México se encendió anoche con un tono distinto. No fue solo un concierto: fue un recordatorio colectivo de que el VIH no mata, pero el estigma sí. En el Monumento a la Revolución —convertido en una enorme isla roja que respiraba al ritmo de miles de asistentes— la música se volvió un puente entre generaciones, entre pérdidas y renovaciones, entre los nombres que se fueron y los cuerpos que hoy siguen luchando.


AHF México convirtió el espacio en una suerte de ágora contemporánea donde el mensaje de prevención y autocuidado se mezcló con beats electrónicos, baladas pop y voces que, desde distintos lugares del escenario, insistieron en lo mismo: hablar salva vidas. “El VIH no mata, pero el estigma sí”, recordó el, presidente de AHF México, abriendo la noche con un discurso que de inmediato alineó a la multitud en un mismo pulso emocional.


La atmósfera tuvo algo de abrazo comunitario. Rocío Banquells, luminosa y frontal, habló de libertad y respeto personal antes de cantar: “Caminar y amar como queramos importa tanto como vestirnos como deseamos”, dijo, conectando con quienes buscan espacios seguros para habitar su identidad. Luego, entre celulares en alto, los organizadores lanzaron un reto festivo —sumar seguidores para difundir información de salud sexual y mental— que desató una ola de complicidad entre los asistentes.


Uno de los momentos más potentes llegó con Cristian Chávez, quien devolvió al escenario un fragmento de la historia de la comunidad LGBT+ en torno al virus. “Los medicamentos han avanzado muchísimo, pero el odio y el desconocimiento siguen provocando que se digan cosas que no son ciertas. Hay que hacernos la prueba y entender qué significa ser indetectable”, subrayó, trazando un puente entre la memoria de casi 45 años de pandemia y la urgencia presente.


La parte más incendiaria del discurso social vino de la mano de Patricia Campos, representante de AHF México, quien denunció la exclusión de América Latina del acceso a terapias innovadoras de aplicación semestral. “La innovación no puede ser un privilegio. No hay prevención si dejas afuera a millones de vidas”, lanzó ante un público que respondió con gritos, aplausos y un eco de indignación compartida.


El cierre fue un ritual luminoso. Fey tomó el escenario con energía vulnerable y un gesto profundamente personal: “Todos hemos perdido a alguien amado por esta enfermedad… este outfit era de mi amigo Gerardo Tonetti, que ya no está aquí. Se lo llevó esta enfermedad, pero sigue en mi corazón. Prendamos una luz por esas almas que se nos fueron”. La explanada, entonces, se volvió un cielo invertido: miles de puntos blancos temblando como un duelo compartido, pero también como una promesa.

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Entre los testimonios que podemos resaltar, resonaron nombres que han usado su voz para enfrentar el estigma desde lo mediático y cultural. Conchita Wurst, cantante y drag performer austríaca cuyo anuncio público se convirtió en un acto mundial contra la discriminación; Jonathan Van Ness, estilista y figura televisiva que transformó su diagnóstico en una plataforma de educación sexual; Magic Johnson, el basquetbolista que cambió la conversación pública sobre el VIH en los noventa; Billy Porter, actor y cantante que ha denunciado cómo la desigualdad médica afecta de forma desproporcionada a la comunidad afroamericana; y Charlie Sheen, actor estadounidense que hizo público su estatus para romper chantajes y hablar abiertamente sobre responsabilidad médica y tratamiento.


Mientras la música seguía vibrando entre los arcos del Monumento, era imposible no pensar en el peso de las cifras: México tiene alrededor de 370 mil personas viviendo con VIH, más de 15 mil nuevos diagnósticos al año, y más de 5 mil muertes recientes por complicaciones relacionadas, números que revelan que la epidemia sigue latiendo bajo la superficie de la vida cotidiana. Pero este encuentro, con luces, gritos, cantos y memoria, recordaba también algo distinto: que existe una comunidad dispuesta a exigir acceso, ciencia, dignidad y vida.


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