Luis Vegas, entre la rebeldía y el deseo: el viaje de La arriera
- cameorevista
- 14 jun
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Foto y texto Carlos Mora
La Arriera es una historia íntima, poderosa y profundamente humana que no puedes dejar pasar. Verla en pantalla grande es dejarse envolver por la inmensidad de la sierra, sentir cada sonido resonar en lo más profundo y apreciar la belleza de cada encuadre en su máxima expresión.
La película fue galardonada en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) 2024 con el Premio Mezcal a la Mejor Fotografía y Mejor Dirección, para Isabel Cristina Fregoso. Dos reconocimientos que celebran la fuerza visual y autoral de una cinta que merece vivirse en la sala de cine.
“Estoy muy contento, es mi debut en cine. Pasé del teatro a esta experiencia cinematográfica”, cuenta el actor. “Una de las cosas que más me gusta es el guiño que hace la película a las mujeres que participaron en la Revolución Mexicana, que salían con sus rifles. Hay un reconocimiento hacia ellas y una ruptura con la estructura tradicional.”
Sobre el contexto de la historia, comenta
“La película se sitúa en un momento histórico complejo, en una zona como la sierra, el rancho… lugares marcados por tradiciones fuertes. Me siento muy feliz de ser parte de esta cinta.”
¿Cómo fue el rodaje?
“Se grabó en Jalisco, casi el 80% en un pueblo llamado Mascota, de donde es originaria la familia de Isabel. Tienen una hacienda, y la casa que se usó es parte de su historia familiar. Eso generó una cercanía especial. Teníamos nuestros cuartos, convivíamos, aprendí a ordeñar, hicimos discadas con la gente del pueblo… Platiqué con una señora de 95 años que nos hospedó y nos contaba cómo, en su juventud, se escondía en una cueva para escapar de hombres que raptaban mujeres. Eso también está reflejado en la película.”
“Yo tenía una muy mala relación con la naturaleza, no me gustaba. Pero esta película me hizo reconciliarme con ella. El primer día le dije a Isabel que necesitaba comprarme unas botas, y todos los días andaba con ellas, incluso salía en pijama por dulces, pero con mis botas puestas.”
Sobre el proceso de producción
“Es lamentable que para proyectos como este, que pasan años en desarrollo, en laboratorios, tocando puertas, buscando apoyos y distribución… se tarden tanto. La Arriera es mi primera película y se filmó hace cinco años. Yo era otra persona entonces. Había desesperación, queríamos que se estrenara ya. Pero también entendemos que hubo un trabajo muy riguroso, minucioso: el diseño sonoro incluyó instrumentos de época, el diseño de producción fue muy específico. Hubo un compromiso real con la historia y el universo que queríamos construir. Fue tardado, pero valió la pena.”
¿Cómo fue trabajar con Isabel Cristina Fregoso?
“Isabel es una súper artista. Conectamos profundamente. En las primeras lecturas del guion, yo sentía que mi personaje, Martín, era un chico herido, con una carga emocional fuerte, incluso lo veía como el ‘villano’ de la historia. Pero con ella fui descubriendo un personaje mucho más complejo: alguien en búsqueda de sí mismo, que en algún punto suelta las riendas del caballo —metafóricamente— y permite la libertad, tanto para sus hermanas como para él mismo. No es un perdedor porque fracasa en una escena de charrería: fracasa porque su condena es sostener el peso de un apellido, de una expectativa que lo rebasa.”
Sobre el guiño al amor entre las dos protagonistas
“Me parece una decisión increíble y hermosa. Hoy en día, el amor entre personas del mismo sexo ya no se representa como hace 20 años. Antes, las narrativas estaban centradas en el conflicto: la censura, el castigo, el sufrimiento. Isabel propone otra cosa. Hace un guiño, pero no lo convierte en el conflicto central. Su intención es homenajear, reconocer elementos que pertenecen a su universo, enaltecer sus raíces, hacer cine mexicano, referenciar el cine de oro… y también incorporar lo que somos. Desde ese lugar, me parece maravilloso”.
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