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La balada de la isla:una oda nostálgica al poder de la música y los lazos rotos




Por Carlos Mora


En un mar de estrenos ruidosos y de alto presupuesto, La balada de la isla emerge como una rareza conmovedora, íntima y profundamente británica. Esta comedia dramática dirigida por James Griffiths, recupera la magia del cine que no necesita artificios para tocar el corazón. Con un elenco encabezado por Carey Mulligan, Tom Basden y Tim Key, la cinta se posiciona como una de las joyas del cine independiente del año.

 La historia transcurre en una remota isla ficticia del Reino Unido, donde Charles (Tim Key), un excéntrico millonario solitario, decide organizar un evento muy especial: reunir a su antigua banda de folk favorita, McGwyer Mortimer, que lleva años separada. Con este gesto, Charles busca revivir no sólo la música que marcó su juventud, sino también los recuerdos compartidos con su difunta esposa, fanática del dúo.

 Para lograrlo, Charles orquesta una reunión entre los dos exintegrantes de la banda, Herb (Tom Basden), un cantautor taciturno y desencantado, y Nell (Carey Mulligan), una mujer que ha dejado la música atrás para dedicarse a una vida doméstica en Portland, Estados Unidos. Lo que ninguno de los dos sabe es que han sido engañados para presentarse juntos, y lo que comienza como un intento forzado de reconciliación se convierte en una confrontación emocional cargada de viejas heridas, nostalgia y preguntas sin resolver.

 Griffiths dirige con un ritmo pausado pero firme, dejando que los silencios hablen tanto como las canciones. La película no teme explorar temas complejos como la pérdida, el arrepentimiento, el envejecimiento y la dificultad de cerrar ciclos, todo envuelto en un humor sutil que nunca cae en la caricatura.

Carey Mulligan brilla con una interpretación sobria pero profundamente emocional, consolidando su reputación como una de las actrices más versátiles de su generación. Su Nell es una mujer rota, que navega entre la culpa y la resignación con una ternura dolorosa. Por su parte, Tom Basden aporta una vulnerabilidad inesperada a su personaje, y su química con Mulligan sostiene la tensión emocional de la historia. Tim Key, conocido por su trabajo en la comedia, sorprende con una actuación contenida y conmovedora, aportando un contrapunto excéntrico pero sincero al drama central.

La balada de la isla no es una película para quienes buscan giros espectaculares o ritmos frenéticos. Es una cinta pensada para ser saboreada, para detenerse y reflexionar sobre el tiempo, la memoria y aquello que dejamos atrás. Es, en esencia, una balada: triste, hermosa, y profundamente humana.


La balada de la isla 

Género: Comedia, romance

Duración: 100 minutos

País: Reino Unido

Distribución: Cine Caníbal

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