Amores Perros, 25 años del inolvidable binomio cinematográfico
- cameorevista
- 13 jun
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Por Francisco Javier Quintanar Polanco
Un aparatoso accidente vial tiene lugar en la ciudad de México, dejando varias víctimas en el lugar. Lo que ocurre después de ese incidente (y en los días previos al mismo), es el tema central de Amores perros, ópera prima de Alejandro González Iñárritu con la cual el cine mexicano daba la bienvenida al nuevo milenio, y comenzaría a escribir un nuevo capítulo en su historia.
En ese dramático choque coinciden los destinos de Octavio (Gael García Bernal), un muchacho enamorado de Susana (Vanessa Bauche), pareja de su hermano Ramiro (Marco Pérez); el de Valeria (Goya Toledo), una modelo y conductora de televisión española que sostiene un romance con Daniel (Álvaro Guerrero), jefe de una importante revista quien abandona a su esposa e hijos para irse a vivir con ella; y el de El Chivo (interpretado por el recientemente fallecido Emilio Echevarría), exprofesor universitario y exguerrillero el cual, tras pasar años encarcelado, ahora vive como si fuese un indigente más, siendo contratado ocasionalmente como sicario. Tres narraciones mostradas a modo de tres actos alternados, cuyas acciones son detonadas por el binomio que le da nombre al filme.
Estrenada el 16 de junio del 2000, la cinta marca también el inicio de la fenomenal mancuerna entre el cineasta y su entonces guionista Guillermo Arriaga, al lado del cual desarrollaría la que se conoció como la Trilogía de la Muerte, continuada posteriormente con 21 Gramos (2003) y Babel (2006), siendo esta dos últimas producciones ya de corte internacional. Tras Babel vendría no solo el fin de dicha tríptico, sino también la ruptura del matrimonio artístico entre Iñarritu y Arriaga, donde cada uno tomaría su propio camino.
En la película se hallan ya muchos de los temas que le obsesionan como autor al otrora apodado Negro, y acentuados debidamente por el argumento de Arriaga. Temáticas las cuales no solo se desarrollarían en las siguientes entregas de su tríptico, sino que también se encuentran presentes en el grueso de su obra: el deseo y el amor, el dolor en todas sus formas, la muerte y la pérdida, la traición, la decadencia física y mental, así como la búsqueda de algún tipo de perdón. Hilos emocionales entrecruzados aquí para formar un lienzo confeccionado por el destino y la fatalidad.
El amor mencionado en el título el cual es experimentado por los personajes centrales de cada relato, representa las tres etapas de la existencia: juventud, madurez y vejez. Octavio experimenta un desbordado amor juvenil, sin medida ni restricciones, ese primer amor que siempre se recuerda y a veces cala muy hondo, y le hace caer en una espiral de violencia, traición, y mucha amargura. Valeria forma parte de una relación surgida por un intenso deseo y la atracción física, pero el accidente y sus secuelas la privan de su estilo de vida y, sobre todo, de su libertad, hundiéndose así en la depresión y la soledad, trayendo como consecuencia el desmoronamiento de su romance. Y a El Chivo sólo le resta el amor de su hija a quien no ha visto desde hace muchos años, y al cual desea regresar, pero no lo hace por la culpa y el miedo a ser rechazado por su terrible pasado. Así, los tres personajes comparten un amor y sueños de antemano condenados al fracaso.
La presencia canina (y segundo componente de este binomio) está presente en momentos clave para los personajes, aunque para cada uno de ellos significan algo diferente: para Octavio es una fuente de ingresos y vehículo para materializar su sueño de irse con su amada a vivir lejos y comenzar de nuevo en otra parte. Para Valeria, es la representación de ese glamour que la ha rodeado siempre, el cual súbitamente desaparece llenándola de angustia y tristeza. Y para El Chivo, es una inesperada (y brutal) posibilidad de librarse de los pecados que arrastra consigo (encarnados en esos perros que le acompañan a todas partes) e iniciar así un camino hacia la ansiada redención.
Para recalcar el entrecruzamientos de dichos hilos antes mencionado, Iñárritu -apoyado por los editores Luis Carballar y Fernando Pérez Unda- opta por hacer una narrativa no lineal, en donde el pasado y el presente se van mostrando simultáneamente, ensamblándose para permitir al espectador hacer una reconstrucción de los hechos (¿o recuento de los daños?) que involucran a sus protagonistas, y cuyo punto más álgido se da tras el terrible accidente automovilístico el cual cambiará para siempre el rumbo de sus existencias.
Esta historia de proporciones operísticas, cuenta además con la magistral fotografía de Rodrigo Prieto; el minucioso y brutal trabajo sonoro de Martín Hernández acompasado con la melancólica atmósfera musical concebida por Gustavo Santaolalla; y una ecléctica banda sonora que lo mismo incluye a Celia Cruz ("La vida es un carnaval") y Los del Garrote ("La cumbia del garrote"), que a Nacha Pop ("Lucha de gigantes") Control Machete ("Sí señor"), Titán ("Corazón") y hasta The Hollies ("Long Cool Woman (In a black dress)"); la cual se vendería muy bien en diversas -y ahora extintas- tiendas de discos durante un par de años después de su lanzamiento. Todos estos elementos en su conjunto, elevarían aún más su impacto y popularidad, haciéndole recaudar un total de 95 millones de pesos, convirtiéndola en la quinta producción mexicana más taquillera de ese entonces.
Paralelamente, el largometraje recibió toda serie de reconocimientos dentro y fuera de nuestro país. La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas le otorgó 11 premios Ariel, entre ellos los de Mejor película, Mejor director y Mejor actor (Bernal). Internacionalmente, recibió un BAFTA a Mejor película en lengua no inglesa; el premio de la crítica en el Festival de Cannes; y el Tokyo Sakura Grand Prix a la mejor película. Fue también nominada tanto al Globo de Oro como al Oscar en la categoría de Mejor película en lengua no inglesa. En el caso de esta última, marcó el retorno de México a esa categoría tras veinticinco años de ausencia desde la nominación de Actas de Marusia de Miguel Littin en 1975.
También la mayoría de la crítica cinematográfica nacional recibió este trabajo con agrado. El portal Sector Cine publicó en junio de 2020 una lista de las 100 mejores películas nacionales, acorde a la opinión de 27 críticos y especialistas del cine en México. Amores perros ocupó allí el lugar 8, detrás de Canoa (1975) de Felipe Cazals. Aunque no todo fue miel sobre hojuelas y también hubo algunas voces disidentes, como la del célebre crítico y académico Jorge Ayala Blanco quien en contraste la describió como “Una infiltración rabiosa abismal del emergente neocine privado mexicano apantallapendejos en la impresionable fatuidad de los megafestivales de cine; un éxito prefabricado por la estrategia mercadotécnica inventa foximoris, un tridramático culebrón exasperado con gusto a límite rancio, una película sin cerebro ni alma pero con abundancia de vísceras y chisguetes de hemoglobina y torrente de humores imparables chorrillos audiovisuales”.
En el muy complicado 2020, al cumplirse dos décadas de su lanzamiento, Alejandro González Iñárritu buscaría conmemorar dicho acontecimiento reestrenando una versión remasterizada la cual inauguró la edición 18 del Festival Internacional de Cine de Morelia, celebrada ese año. E incluso barajó la posibilidad de efectuar una función gratuita y al aire libre en el zócalo capitalino. Pero por cuestiones relacionadas con la pandemia, no pudo llevarse a cabo. Ahora que cumple 25 años, se está planeando un reestreno en salas de cine mexicanas, en una versión restaurada en resolución 4K y promovida por una conocida plataforma digital. Dicho reestreno viene precedido de una presentación especial en la reciente edición del Festival de Cannes -lugar donde se proyectó por vez primera-, con la presencia del propio Iñárritu y de Gael García Bernal.
En ese evento, Thierry Frémaux, el director artístico del afamado festival afirmó que Amores Perros “Se ha convertido en un clásico no sólo de México, sino del mundo”. Y no le falta razón para hacer tal afirmación. Lo cierto es que este filme sería el primer peldaño en el camino a la transformación de su realizador en uno de los cineastas mexicanos más exitosos e influyentes a nivel internacional. #cine #amoresperros #gaelgarcia